La Torre
Bienvenidos a la Torre de Fonenda
¡Acérquese, agotado peregrino! Deje conmigo su carcomido cayado y su sombrero polvoriento y acompáñeme hacia un lugar ignoto. Tiempo ha que no recibíamos visita y, si ha hallado orientación en estas latitudes de la red, es síntoma inequívoco de que es usted avezado explorador.
Sé que se encontrará cansado, extremadamente fatigado tras recorrer centenares de mentiras y, lo que es peor, de enfrentarse a esas quimeras monstruosas llamadas medias verdades.
Bien sabe usted que no es camino fácil cuando el terreno se halla enlodado con desinformación y certeras artimañas. Ninguno de nosotros somos ajenos a esas tierras yermas de ética y ahítas de poder, hemos deambulado también mucho por el mundo.
Espero que no se moleste, pero siento, mientras me sigue, su hastío, su desesperanza y su rabia. Apárquelas, hágame caso y hágase un favor a sí mismo, no le conviene a su merecido descanso. Tras estas horas penumbrosas despertará con el alba en una de las estancias de nuestra torre y empezará a sentirse mejor.
No se lleve a engaño, no somos un espejismo pero sí un oasis. De ahí que tantos nos busquen infructuosamente. El camino a Fonenda no es fácil pues, pese a ser inmutable e incorruptible, es angosto, duro y siempre anda atorado de podredumbre vertida por poderosos miserables para que quede oculto entre las más oscuras sombras.
Son astutos aquellos que buscan, infructuosamente, que no existamos y que los demás piensen que no existimos. No lo consiguen ni lo harán nunca, pero sí que ahogan el mundo de sur a norte y de este a oeste con su cieno pestilente de tal forma que hacen que el poder y la miseria se sobrepongan a la verdad y a la ética.
Estimado viajero, sígame, por favor, por estos escalones de piedra. No se pare. Sé que mientras ascendíamos por la torre le ha llamado la atención nuestra enorme y vetusta esferosteca. Todos aquellos que conseguimos llegar aquí, también me incluyo, quedamos prendados del candor de la tenue luz que desprenden las incontables esferas.
¿Que qué son? ¿Acaso no siente ya, en sí mismo, la respuesta? ¿No lo nota? Esta es su habitación, es austera pero espero que la encuentre acogedora. Esta noche un dulce sueño le arrullará, será el primero de muchos. Progresivamente se desprenderá del pesar, de la sinrazón, del fanatismo, de la maldad y de la ignorancia.
Tiempo y verdad. El primero lleva inexorablemente a la segunda. Para usted quizás aún es pronto, pero verá que a la luz de la verdad, el tiempo es un elemento liberador. Empieza a comprender, ¿cierto?
No crea que no me he dado cuenta de cómo me miraba en todo este trayecto. No tema, no soy ningún fantasma. De esos hay muchos por el mundo. Es simplemente el proceso que en la Torre de Fonenda llevamos a cabo. Nos liberamos de la amarras mundanas, de los prejuicios, de las normas y de la hipocresía.
Abrazamos la búsqueda de la verdad y de su luz, que poco a poco se vuelve nuestra. Nada más importa y de cada una de las incontables esferas obtenemos su leve fulgor hasta que terminamos siendo una más en la torre, eternas y atemporales.
Que su estancia en la torre de Fonenda sea reparadora. Sea usted bienvenido.